Por Abdiel Espinoza González
Este capitulo sobre la problemática de la historia cultural presenta la situación conflictiva en la que se encuentra, es un intento por responder a la pregunta de porqué historia cultural, cuáles son sus antecedentes, de qué manera se ha venido haciendo historia cultura, con qué métodos y qué fuentes. Asimismo presenta las críticas y aportaciones que ha recibido de parte del marxismo. Finalmente, presenta el panorama general donde se encuentra inmersa por el problema de la definición de términos como: cultura y tradición.
Burke inicia hablando de los ejemplos o primeros intentos de hacer historia cultural, entre ellos menciona Burckhardt y Huizinga, les reconoce el mérito, de alguna manera, pero los menciona para exponer el tipo de fuentes a utilizar en la historia oral, si bien la literatura y la pintura están permitidos, deben de ser tratados como el resto de los testimonios que el historiador usa en toda investigación. Tanto la literatura como la pintura, dice Burke, no deben ser tomadas como fieles reflejos de su época, ¿Por qué? La respuesta en un tanto sencilla si consideramos que todas y cada una de ellas tiene un trasfondo mayor que no las hace inocentes o neutrales (permítaseme el término), es decir, también el autor las hace motivado por alguna razón, la destinada a cierto público para provocar determinada reacción, o en otras palabras, intenta comunicar algo.
Para sobrellevar el problema de la intencionalidad o, mejor dicho, el método para hacer la crítica del testimonio, los clásicos usaron: la historia serial para encontrar los cambios con el paso del tiempo; el análisis del discurso buscaba los temas más mencionados en determinado texto y los relacionaban entre sí, pero el problema radicaba que el la asociación de palabras con temas es completamente de su contexto, pues una palabra no significa o no remite al mismo tema en todo el espacio y tiempo; la tercera forma es el análisis del discurso, que considera más al habla, sus estructuras y formas narrativas.
A la postura de los clásicos, los marxistas les platearon algunas críticas principales, su total desapego “a la cualquier base económica o social”, desde su punto de vista, que pone énfasis especial en la economía y la lucha de clases, les parecí que el enfoque cultural era estudiado sin siquiera relacionarlo del cierta forma con esta base material. En segundo lugar, dado su interés en la lucha de clases, consideraron de mal gusto que los historiadores de culturales hablaran u homogeneizaran el término como si sólo existiera una cultura e ignoraran los conflictos culturales. Finalmente, consideraron que no todas las personas aunque viven en un mismo “Ahora”, como mencionaba Ernest Boch, es decir, una misma temporalidad, no se podría considerar que compartan la misma cultura, lo que quiere decir que no es posible hablar de cultura como algo homogéneo que engloba a la totalidad de individuos.
No obstante, a pesar de las críticas vertidas a los clásicos de culturales, hubo historiadores dentro de la corriente marxista que decidieron abordar la historia cultural desde su propio enfoque. Un ejemplo de ello fue la escuela social británica, donde E.P. Thompson comenzó a hacer estudios culturales, dejando aún lado las interpretaciones económicas o políticas, propias de esta corriente, para considerar a las experiencias e ideas. La cuestión del enfoque marxista cultural reside en la siguiente pregunta: “¿es posible estudiar las culturas como totalidades sin hacer falsas asunciones sobre la homogeneidad cultural?”, a esta pregunta se ha respondido de dos maneras diferentes, una propone el estudio de las tradiciones culturales y otra el estudio de la cultura erudita y popular como subculturas pero sin necesidad de separarlas.
Sin embargo, ante esta opción la historia cultural se enfrenta a dos problemas, la definición de tradición, y no sólo eso, sino “la concepción tradicional de tradición”, pues aunque la tradición es parte de la cultura que se traspasa de generación en generación, está va cambiando conforme se comunica.
Por otro lado, la cultura de la elite y la cultura popular está llena de preguntas, pues quiénes forman a cada una de éstas, y si ésta cultura de la élite y del pueblo engloba a todas las élites y a todo el pueblo. De ahí que sea preferible referirse a ella en plural y hablar de culturas populares, con este ánimo de no generalizar el término.
Finalmente, una ultima problemática más y de mayor importancia: ¿Qué significa ese adjetivo que califica a la historia a la cual Burke se refiere, qué engloba, en fin, qué estudia? O mejor dicho, para plantearla correctamente: ¿Qué es cultura? Se principia a responder que las artes y la ciencia, después se agregó sus equivalentes populares, posteriormente se aglutinaron a objetos y prácticas y por último, como contribución de los antropólogos, la vida cotidiana.
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