31 de octubre de 2008

Memorias

Reflexiones a partir de una película, una clase y una entrada de blog: Voces inocentes, Luis Mandoki (2004)

Voces inocentes, evoca a un testigo, evoca a un pasado, evoca a una historia, evoca a la memoria. ¿Qué es la memoria? ¿Acaso es nuestra propia historia? Yo pienso que no, yo, al menos yo, considero que es la visión que nosotros tenemos de nuestra propia historia inserta en la macro historia, que fue en un contexto y que en algunos momentos la determinó.

La memoria es un ejercicio de recordarnos, no en el pasado, en el cómo era o qué hacía, sino en el presente, en el quién soy y qué hago. La memoria, amigos míos, es un elemento que nos da identidad, nos dice quiénes somos, nos hace construir nuestra historia a partir de nosotros mismo, de nuestra subjetividad para identificarnos con rasgos distintivos frente a los otros, a las otras identidades, a las otras historias y a las otras memorias. La memoria, repito, es traicionera, o mejor dicho, poco objetiva, o aún más preciso, porque algunas veces se me complica encontrar las palabras exactas para lo que quiero decir: la memoria es el resguardo de la historia, de la tradición, del pasado; es el rincón dónde permanece grabado el lugar y la temporada del año cuando crecen los frutos; es el sitio desde donde sale la plegaria, la oración, el rito.

La memoria, amigos míos, es donde nuestras impresiones y experiencias aguardan para que volvamos a ella y algunas veces ésta nos ha de determinar o influenciar en algún grado, consciente o inconscientemente, nos guste o no nos guste. Nadie puede huir de su propia historia ni callar su memoria. La memoria, amigos míos, es nuestra arma y resistencia contra la mutilación del pasado, de la historia; es nuestra, o debería, ser nuestra resistencia contra la historia hecha a la medida del presente, es donde las impresiones y las voces de lo que fue y fuimos se conservan aunque no se hayan plasmado en libros. La memoria, no sé ustedes amigos mìos, es una fuente para el quehacer histórico y para devolverle sentido a nuestra existencia, para lograr reparar la conexión entre pasado y presente, en un tiempo en el cual cada día se reinventa al mundo y cada noche cuando se apaga el sol se hace tabula rasa de la historia. Menuda fiesta serìa la vida si no invitamos a Clío a que nos deleite con su presencia.

¿En qué medida podrá modificar nuestra interpretación del pasado una lectura de la memoria? Nos romperà paradigmas, responderemos a nuevos problemas, responderes de diferente manera a viejos problemas, entenderemos mejor nuestro presente, valoraremos lo que somos como país, sociedad e individuos.

Voces inocentes no es una historia, es la historia de, la historia vista o mejor dicho, recordada por el que estuvo presente, el que la vivió, el que la sufrió y el que estuvo a punto de morir en ella, imposibilitado de esa manera a rememorarla años después. La interpretación del pasado cambia en la medida que todos su actores se nos presentan con nombre y apellido, vivos, en medio deun contexto de constante cambio y muerte que no pueden o tiene la capacidad de modificar y ni siquiera algunos de sobrevivir.

El cine, como testimonio, tiene la peculariedad de alcanzar y trastocar aun público mucho más amplio, al menos, si no escribe historia provoca una reinterpretación de ella, lastima con un discurso distinto, comprometedor, amargo, olvidado por la historia escrita, hecho aún lado pero vigente y constantemente presente en la memoria, en el lugar del no olvido, donde todo queda para preservarse y compartirse, porque la memoria se comparte, ¿Quién no ha escuchado decir, "nostros cuando", "mis padres hicieron"? Acaso es no nos liga a esos sujetos y nos hacen apropiarse de ellos y de sus hechos.

Las voces, inocentes o culpables, pues donde hay los unos habrá los otros, no siempre permanecen en las letras, y aún cuando la memoria intenta ser vaciada y expulsada de tu ser en diarios, para satisfacer la consciencia o comunicarla, nunca nos desprenderemos de ella, como lo dije al principio, la memoria es parte de nuestra identidad, no es nuestra historia, es la persepción y la apropiación que nosotros hacemos de ella. Es la que nos hace diferentes y recuerda la historia de vida de nosotros mismos, dos elementos que asumimos como nuestos y los proyectamos como tales para que otros los apropien y nos definan e identifiquen a partir también de ellos. En un "Hola, me llamo Abdiel Espinoza", te estoy contando quien soy, de donde vengo, mi apellido me delata, la herencia de migrante se cuela entre las 8 letras que forman mi apellido.

¿Por qué Mondoki? ¿Por qué hacer una cinta desde la perspectiva de un niño? Ah la historia de los niños y la que cuentan los niños, los que no tienen voz, los que son inocentes, los que no están ajenos a ella. Cuanto trabajo todavía falta por hacer, los niños en la revolución, en la calle, la vida cotidiana de ellos en el rancho, en la ciudad, cómo ellos aprecían desde pequeños la vida y le atribuyen sentido y después ellos construyen su historia queriendo emular, olvidar el pasado. El hombre, amigos míos, no se puede librar de su pasado, sólo reinterpretarlo a la luz de nuevas esperanzas y sentido, la memoria, amigos míos, por no llamarlos hermanos, es identidad y el cine su mejor escapatoria para poderse hacer escuchar y ver ante la negativa constante de los heruditos que hacen libros y la desprecían.

El cine hoy es algo más que imagenes en movimiento, efectos especiales y sonido, es un discurso de la realidad que cuestiona el presente o reinterpreta el pasado para desmentir o justificar el presente, el proceso de la cinta que vemso por dos horas en la sala de cine es, aunque está por demás decirlo, una practica donde intervienen actores y tiempos, qué barbaridad, las cosas lejos de simplificarse se complejizan....

No hay comentarios: