Escuela de Humanidades
Universidad Autónoma de Baja California
Abril 2008
Por Abdiel Espinoza
Para los estudiantes de la licenciatura en Historia de la Escuela de Humanidades en la UABC, el semestre 2008-1 será historia, subrayo será, porque aún no concluye. También quiero aclarar que su carácter histórico no lo obtiene u obtendrá simplemente porque alguien desbordando de optimismo lo dice, sino por todas las actividades que permite realizar y que prometen ser importantes y trascendentales para todos los alumnos. Tanto para aquellos que nos encontramos en medio de la trinchera, libro y pluma en mano, y somos testigos presenciales, como para los que vendrán y los que ya salieron de ella.
Los días 7, 8, 9 y 10 de abril se llevó a cabo el XII Encuentro de Estudiantes de Historia, que en este año se llamó Escribiendo nuestro pasado. En esta ocasión, se atentó contra la tradición que delegaba la responsabilidad que presentaba dicha fecha a los alumnos de sexto semestre. En cambio, se planeó y organizó, con pragmáticas, oscuras y maquiavélicas intensiones, justificables únicamente a mediano plazo, un Comité de Estudiantes, para que tomara la responsabilidad del Encuentro. Fue así como este Comité, del que quiero aclarar, el que escribe forma parte, se enfrentó a los problemas de acuerdos, tiempos y organización, lleno de buenas intensiones. Pero finalmente, el trabajo y esfuerzo se vieron coronados el día de la clausura cuando se alcanzaban a escuchar entre organizadores y asistentes, voces satisfechas.
Durante el Encuentro, la formalidad marcial quedó aun lado, profesores, investigadores y alumnos, asistimos a las conferencias de la misma manera que lo hacemos al salón de clases, con la confianza de sabernos conocidos. En mi opinión, se reflejó al exterior la pequeña comunidad de la cual formamos parte, que no se cansa de buscar y mantener espacios en donde gritar ideas, negándose a extinguir. Hacía el interior, se reforzaron los lazos que nos unen como amigos, compañeros de clases, alumno-profesor y futuros colegas, o en palabras de Luis González, miembros de la misma tribu.
Este Encuentro fue un buen tiempo para exponer ideas, encontrar retroalimentación y comentarios útiles en nuestra formación. Nos hablaron de conceptos, de la relación historia y ciencias sociales, de la teoría de la historia, escuchamos tres voces de aquellos que están haciendo el camino fuera de la universidad y se nos confrontó para buscar otros medios para hacernos escuchar. En fin, fue un tiempo y espacio por donde desfilaron grandes personajes, funcionarios públicos venidos desde la lejana Ciudad de México; investigadores del Instituto de Investigación Históricas, profesores y directivos de la Escuela de Humanidades, y por supuesto, nosotros, los alumnos, los que somos suspirantes a historiadores y aquellos que por hecho o por palabra sienten ya serlo.
En fin, fue, es decir, ya paso, se encuentra en el pasado, por lo tanto, materia y objeto de estudio. ¿Qué nos deja este XII Encuentro de Estudiantes de historia? Muchas e interesantes cosas, son los primeros doce pasos que según mi punto de vista hacen recapitular sobre dos puntos. En primer lugar, la necesidad de reforzar el Comité de Estudiantes, es decir, poner en claro sus objetivos, funciones, y reglamento; definir un lema y logotipo que nos identifique a todos; afinar la organización de futuros Encuentros, buscar mantener una representatividad a nivel nacional y enviar delegaciones a todos los eventos regionales y nacionales de estudiantes de historia que se realicen de ahora en adelante, con miras a convertirnos en sede de uno de ellos en un futuro a mediano plazo. En segundo lugar, extender nuestra red e influencia positiva al interior, es decir en la Escuela; fortalecer lazos con el Instituto de Investigaciones Historias y otras instituciones de nuestra Universidad, u otras instituciones y dependencia del gobierno que apoyen nuestros esfuerzos.
Finalmente, atrevernos a no conformarnos a experimentar la clásica dicotomía que representa el ejercer la profesión de historiador, la investigación y la docencia, campos donde abundan los buenos ejemplos de calidad de nuestra Escuela. Es decir, buscar otras formas para el ejercer, abrir nuevos caminos, abandonar el mundo de lo abstracto, poner los pies en la tierra, restablecer la función social del historiador, que si gustan, se puede poner a debate, pero hacerlo. Con el fin de establecer fuertes lazos con nuestra sociedad, para poner a su servicio, como forma de vida y antídoto efectivo contra el egoísmo de la brillantes individual, nuestras habilidades y conocimientos, y así disfrutar en conjunto, en plural, de este que ya tantos se han empeñado en llamar, el oficio del historiador.
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