16 de octubre de 2008

Reflexiones sobre la literatura como testimonio en la historia

Por Alejandra Ortiz

“…el presente me parece tan horrible como el pasado, recuerdo tantas calamidades, tantos rostros cínicos y crueles, tantas malas acciones, que la memoria es para mi como la temerosa luz que alumbra un sórdido museo de la vergüenza.” [1]

La literatura, libre de las ataduras metodológicas, se expresa sin inhibiciones, nos muestra el espíritu humano y lo hace para que otros lo piensen, lo mediten y lo recuerden. No se detiene para aseverar lo no-comprobado, reconoce que mucho se vive y experimenta más allá de la razón. Tampoco está carente de “tiempos”; posee los propios, a veces misteriosos y en ocasiones escondidos, pero que gritan sobre el momento del escritor cuando éste inventa la realidad hasta hacer eco en sus lectores que la reciben como una ficción del pasado.

La novela es un documento que capta la emoción, la crisis y el conflicto del hombre y la mujer, puede servirnos tanto como marco referencial sobre las ideas, pensamiento y sentir de nuestro tiempo, así como un relato que devela la realidad pasada o presente de la humanidad. Es un testimonio presentado cómo ficción, no obstante se ubica en un contexto y recrea una realidad: con nombres falsos, lugares imaginarios, pero con emociones provocadas por la experiencia y sujetas a la vivencia en el tiempo.

Lo que la historia nos dice al describir las guerras, los intereses de pocos sobre el bienestar de muchos y demás aconteceres, la novela de Sabato nos lo dibuja en la mente de un hombre, que en sí mismo vive la tensión, la lucha y la desesperación de su propia condición. Lo que la historia busca comprender en los archivos, las novelas nos lo dicen en la concepción de seres imaginarios sobre lo humano, el mundo, los valores y los sentimientos…

Estas discusiones sobre la literatura y la historia dan para mucho, pero habrá que seguir leyendo (novelas)…


[1] Ernesto Sabato, El Túnel (México: Seix Barral, 1999), 3.