10 de junio de 2009

“La nueva historia cultural”


Por Paulo Sergio Sánchez Porras


En este texto de Roger Chartier podemos observar una serie de nuevas formas de escribir historia cultural y por medio de la explicación de estas formas en base a la teoría, desarrollar las ideas centrales de esta perspectiva. En la primera parte, se observa cómo el autor hace mención de la obra de Lynn Hunt titulada, “New cultural history”, donde se aborda por medio de una recopilación de ocho ensayos, los diferentes métodos de una nueva manera de hacer historia. Precisamente una de estas formas era la propuesta de la comprensión de las relaciones entre formas simbólicas y el mundo social, con esto se pretendía comprender por medio de significaciones simbólicas las conductas individuales o los ritos colectivos.

Siguiendo con el apartado de Hunt, señala que esta nueva forma de hacer historia, se encargó de unir al historiador con disciplinas que por algún tiempo dejó de utilizar, y se ejemplifica esto con la antropología y la crítica literaria, que obligaba al historiador a leer de manera menos inmediatamente documental. Esto a su vez condujo al historiador a reflexionar sobre sus propias prácticas, sobre la manera en que construyen sus narraciones y sus análisis históricos, es decir, por medio de la interdisciplinaridad el historiador encuentra nuevas herramientas que le dan validez a sus discursos y que le proporcionan información más detallada en el caso de lo estadístico y social.

Dejando de lado el texto mencionado, se toca el tema de la historia de las mentalidades, esta se encarga de retomar los métodos como las técnicas de la estadística regresiva y el análisis matemático de las series, y es que debido a que su objeto de estudio es lo colectivo, lo automático, lo repetitivo, la historia de las mentalidades puede y debe hacerse de manera serial y estadística. Debido a la complejidad de esta perspectiva, la interpretación de las fuentes tienden a serlo también, es por eso que se sugiere una forma de trabajarlas de manera cuantitativa para de ese modo, facilitar la labor del historiador a la hora de interpretar los datos obtenidos de la investigación.
En esta perspectiva resalta Phillipe Aries, quien se acerca de gran forma a la idea de cómo trabajar la historia de las mentalidades y es que en su postulación de la unidad fundamental del inconsciente colectivo, lee los textos y las imágenes, no como las representaciones de singularidades individuales, si no con el fin de descifrar la expresión inconsciente de una sensibilidad colectiva o de reencontrar el fondo banal de representaciones comunes compartido espontánea y universalmente. Es decir, no busca el significado individual de los símbolos, si no que trata de encontrar una relación universal entre dicho símbolo y el entorno social en donde es empleado.

Para abordar el por qué de la importancia de esa perspectiva en la historiografía desarrolla los siguientes puntos: En primer lugar, se dio debido a que este nuevo enfoque permitía, debido a su diversidad de campos, instaurar un nuevo equilibrio entre la historia y las ciencias sociales. Además de esto, se anexó temas de las disciplinas que cuestionaban su dominación intelectual y académica; en otras palabras, se encargó de estudiar temas que se consideraban difíciles de abordar desde esa perspectiva. En sí, podemos decir que la historia de las mentalidades se encargó de relacionar las ciencias sociales y los métodos de investigación histórica, para darle validez y exactitud a sus interpretaciones de lo simbólico, se mantuvo atenta a las diferentes formas de pensar y de sentir y abrió el camino a nuevas maneras de pensar las producciones y prácticas culturales.

En el caso de la historia cultural se observa una definición complicada debido a la especificidad del tema, pues se presenta una complicación en cuanto al campo de lo teórico Para esto se desarrollan un par de definiciones sobre lo que puede ser esta historia cultural. En primer lugar, se nos muestra la construcción de una historia de los textos, de las obras culturales como una historia de doble dimensión; mientras que, la segunda definición encuentra un fuerte apoyo en la acepción de que la antropología simbólica ofrece una noción, pero a su vez se agrega una definición según Clifford Geertz, en donde maneja que el concepto de cultura denota un esquema históricamente transmitido de significaciones representadas en símbolos, un sistema de concepciones heredadas y expresadas en formas simbólicas por medio del cual los hombres comunican, perpetuán y desarrollan su conocimiento y sus actitudes frente a la vida. En sí, podemos decir en cuanto a la Historia cultural que debido a la complejidad que encierra su definición, debemos recurrir a distintas explicaciones, ya que no se ha podido generalizar hasta hoy un concepto universal que se encargue de describir como es que se describe este tipo de hacer historia, en el cual se aborden todos los puntos que toca.

Este no es el único concepto que puede generar confusión dentro de este texto, ya que también al abordar el tema de cultura popular nos podemos encontrar con una serie de definiciones, que si bien pudiéramos transcribir todas las que menciona llegaríamos al punto de que cualquiera puede aportar algo sobre dicho concepto pero ninguno puede llegar a generalizar todo en una sola descripción, es decir, que la cultura popular al igual que la historia cultural, no pueden explicarse en una sola descripción.

En cuanto a las representaciones de estas nuevas formas de hacer historia se mencionan la significación de textos y la sociología de textos. La primera depende de las capacidades, de las convenciones y de las prácticas de lectura particulares de las comunidades que integran la sincronía o la diacronía, a sus diferentes públicos. En la segunda, apoyada en la tradición bibliográfica, pone el énfasis en la materialidad del texto y en la historicidad del lector con una intención doble. Estas dos posturas tratan de establecer una relación entre el lector y el texto, creando por medio de la aplicación de teoría el entendimiento de lo que encierra la obra en general.

Sobre la práctica y el discurso de esta nueva historia, se nos presenta un desafío debido a la articulación entre estas prácticas y discursos, ya que el lenguaje es un sistema de signos cuyas relaciones producen por ellas mismas, significaciones múltiples. Es decir, que las ideas pueden percibirse de maneras distintas dependiendo el lector, el contexto, etc. Finalmente, se menciona que estas representaciones colectivas y simbólicas encuentran en la existencia de los representantes individuales o colectivos concretos o abstractos, la garantía de su estabilidad y continuidad, en otras palabras, se puede decir que estas representaciones adquieren un valor diferente dependiendo lo que se desee estudiar, dejando así, una infinidad de posibilidades de estudio sobre un solo tema en especial.

Concluyo con la observación de que además de ser un texto demasiado teórico, el autor ordena los puntos de manera que pueden ser comprendidos hasta cierto punto por el lector; además, se necesitan ciertas bases teóricas, ya que maneja una serie de explicaciones que pueden generar dudas, desde los conceptos hasta la forma en que se desarrolla el tema. De igual forma es un excelente inicio para el lector dentro de este campo la historia como ciencia al permitirle conocer poco a poco la cantidad de métodos y variaciones en que se escribe.

Referencia
Roger Chartier. “La nueva historia cultural”, en El presente del pasado. Escritura de la historia, historia de lo escrito. México: Universidad Iberoamericana, 2005a.

1 comentario:

vanesa dijo...

muchas gracias.-