11 de junio de 2008

La objetividad en el discurso histórico

Daniel López Pérez
Licenciatura en Historia UABC


Introducción

El presente ensayo tiene como finalidad abordar un tema toral para la ciencia histórica, mismo que genera debates y discusiones, pero también deja abierta la puerta para ingresar al terreno de las aportaciones y nunca deja de tener un interés particular dentro de la academia, ya que la actividad histórico-historiográfica se encuentra en constante movimiento y evolución, nos referimos a la objetividad en el discurso histórico.

La idea es desarrollar de una manera concisa las partes más sustanciales de la objetividad en el proceso de la investigación y el discurso histórico, tópico primordial en la teoría y filosofía de la historia, para ello dividimos el siguiente texto en tres ejes temáticos, el primero está situado en la importancia de la idea de la objetividad en la historia, en seguida trataremos el problema de la objetividad en la historia, finalmente se planteará una pregunta fundamental, la cual dará paso a las conclusiones.

Importancia de la idea de objetividad en historia

La objetividad es una de las características que, de acuerdo con la creencia común, tiene que estar presente en todo conocimiento que pretenda alcanzar los estándares de la jerarquía científica. Y al definir como “objetivas” a una serie de proposiciones en este contexto, nos referimos a que su admisión es justificada por todos cuantos las investiguen seriamente.
Así pues, decimos que los resultados de un trabajo químico constituyen una aportación al conocimiento científico cuando pensamos que todo químico competente que repita el mismo procedimiento llegará inexorablemente a los mismos resultados. Entonces, se puede enfatizar la característica universal del pensamiento científico: su impersonalidad, su imparcialidad, es decir, sin sesgos, medias tintas o prejuicios, además, éste tiene capacidad de someterse a las más rigurosas pruebas de comprobación y sin duda, a la misma repetición. Esto demuestra el grado elevado de objetividad alcanzado en las Ciencias Naturales, por lo tanto, es de esperar que cuando dos o más científicos calificados partieron del mismo punto deberán llegar a los mismos resultados.

En toda etapa del desarrollo de una ciencia, sus representantes están más o menos de acuerdo en los principios básicos que conforman su área de estudio y las medidas que deben de tomar al afrontarlo, sus conocimientos previos parten de una serie de ideas que le dan un carácter uniforme y universal a su ciencia, aquí es donde descansa el sustento que se le da a las conclusiones de los físicos, médicos o biólogos.

Recurriendo a lo expuesto con antelación surge la siguiente pregunta ¿será importante para las Ciencias Sociales aplicar esta serie de mecanismos en sus investigaciones? Mi respuesta es afirmativa. En la medida en que las Ciencias Sociales recurran al método científico para desarrollar sus investigaciones y actividades académicas irán adquiriendo ese carácter de cientificidad. Por ello, no debemos oponernos a la idea de los grandes vínculos que existen entre las Ciencias Naturales y las Ciencias Sociales, sin embargo, no podemos afirmar que haya igualdad total, ya que también existen diferencias, mismas que le dan esa característica peculiar a cada una de ellas.

Por todo lo dicho anteriormente, los descendientes de Clío tenemos el compromiso ético de perfeccionar un ejercicio, que auque exige un gran esfuerzo intelectual y académico, se encuentra lejos de alcanzar los niveles de objetividad en las Ciencias Naturales, por lo tanto, el tema de la importancia de la objetividad en la historia es indudable, a mi juicio, este debe ser el principal acicate para la investigación histórica, acercarse lo más posible al rigor del método científico en aras de lograr resultados con la reputación y calidad necesarias en el mundo académico.

El problema de la objetividad en la historia


No obstante, no se puede evitar cuestionarnos ¿es posible que la historia alcance la objetividad del método científico? Tenemos que afrontar una dificultad: saber si, y en qué sentido, pueden los historiadores alcanzar un conocimiento objetivo.

Como ya se dijo, en las Ciencias Naturales existen modos uniformes de pensar, mismos que son admitidos en cualquier tiempo particular, de ahí surgen los argumentos y las conclusiones que esas ciencias pueden argumentar para reclamar la aceptación general del mundo científico, por ello la ciencia natural proporciona conocimiento objetivo en dicho sentido. La cuestión que ahora tenemos que afrontar es si puede decirse lo mismo de la historia.

Si la historia ha de ser considerada en algún sentido como una ciencia, en un momento del desarrollo de cualquier investigación deberá contener esa característica que le dé la cualidad de científica.

Evidentemente, la objetividad en la historia no puede ser exactamente de la misma naturaleza que la científica, pero sería casi imposible pensar que no exista un rasgo común entre una y otra, como si se tratara de mezclar agua con aceite, por supuesto que la historia puede abrazar bastante de las Ciencias Naturales, y viceversa.

En general podemos esperar que el ideal científico de imparcialidad se refleje en el pensamiento histórico, ¿pero si no sucede así? ¿o si comienzan las propias interpretaciones o aceptaciones históricas del propio discurso histórico de los lectores? ¿o quizá las conclusiones que obtenga el pensamiento popular provoque que no se consiga ese carácter de uniformidad o consenso en la historia? ¿Estaremos ante un retroceso o pérdida de la objetividad en la historia?

¿Puede ser objetiva la historia?

En base a lo que se ha expuesto y teniendo presente todas las consideraciones pertinentes, preguntémonos cuál es aquí la situación. ¿Tienden los historiadores a la objetividad en algún sentido que se parezca la científico? ¿El historiador espera obtener resultados que puedan esperarse aceptados por cualquier otro investigador que haya partido del mismo problema o testimonio?

No es sencillo contestar a estas preguntas, pero con respecto a la primera, se esperaría que sí, mis expectativas no podrían ser menos que eso, esa debería ser una actitud ante la intención de darle una solidez académica a dicha investigación. En general, en la actividad historiográfica se pretende apegarse lo mayormente posible a un método que tenga el suficiente reconocimiento y validez que aporte al discurso histórico, de lo contrario, dicho discurso pierde fuerza, aceptación y credibilidad en la historiografía.

Por lo que toca a la segunda pregunta, es muy complejo saber las verdaderas intenciones de un historiador en torno a sus expectativas con sus pares o con sus lectores. Soy de la idea que un historiador no debe de realizar una investigación con el propósito de lograr consenso con sus colegas, es muy normal, e incluso sano, para la historiografía el derecho a disentir o criticar, ello favorece a la propia historiografía porque da la pauta para complementar un discurso con otra visión o un distinto enfoque.

He de confesar, con mucha humildad y nula vergüenza, que siempre asumí la objetividad como algo asequible dentro de la historia, sin embargo, pienso que a pesar de lo utópico que es alcanzar la objetividad al nivel de las Ciencias Naturales, la historia puede alcanzar grandes niveles de profesionalismo y credibilidad.

Definitivamente no se puede esperar alcanzar una “conciencia general histórica”, esto no se puede calificar de otra forma más que de utopía, la unanimidad está descartada dentro de la historiografía, el uniforme no se hizo para los herederos de Herodoto, mas sí para los de Hipócrates.

Mientras las interpretaciones de un historiador sean rechazadas por otro y no haya manera de conciliar sus resultados, la historia pierde su carácter de objetividad; si los lectores en pleno uso de su derecho de libertad de pensamiento, construyen su propia verdad histórica, la historia pierde objetividad; si el historiador no se desprende de su nacionalidad, religión, formación académica, educación familiar, afinidad deportiva, sentimientos, etcétera, nunca podrá existir una objetividad a la par de las Ciencias Naturales.

A manera de conclusión contestaremos a la pregunta del tercer apartado. Mi respuesta es contundente, no. La objetividad es una falacia dentro del discurso histórico, sin embargo, no se debe confundir esto con una descalificación al oficio del historiador, no por ello pensemos que el discurso histórico estará lleno de mentiras, puede estar lleno de verdades y aciertos, pero ello no es suficiente para alcanzar la objetividad en la historia, por lo tanto, sólo queda que el historiador haga lo mejor posible su labor, y el problema de la objetividad se lo deje a los lectores, ya que ellos son libres de creer, interpretar y sesgar su propia objetividad histórica, misma que nunca existirá.

Bibliografía

Bloch, Marc. “II. La observación histórica”, en Introducción a la historia. México: Fondo de Cultura Económica, 1987. (Brevarios, 64).


_____. “III. La crítica”, en Introducción a la historia. México: Fondo de Cultura Económica, 1987. (Brevarios, 64).

De Certeau, Michel. “Capítulo II. La operación historiográfica”, en La escritura de la historia. México: Departamento de Historia-Universidad Iberoamericana, 1993.

Mendiola, Alfonso y Guillermo Zermeño. “Hacia una metodología del discurso histórico”, en Técnicas de investigación en sociedad, cultura y comunicación. México: Parson, Addison Wesley Longman, 1998.

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