2 de diciembre de 2008

Respuesta a la crisis

*Por Abdiel Espinoza González


La historia de las representaciones como estudio dentro de la llamada historia cultural cuenta con su propia historia y surge en un contexto dentro del cual una vez más la historia se encuentra –por así decirlo y siguiendo el tono violento de Chartier en este capítulo-, bajo ataque. [1]

En 1988, a manera de centinelas, los historiadores ubicados dentro de la corriente de la escuela de los Annales veían o creían ver a las ciencias sociales en una crisis general, que consistía en el abandono de los sistemas de interpretación globales como el estructuralismo y el marxismo, esto provocaba a los historiadores incertidumbre e inseguridad ante la posibilidad de que la historia fuese arrastrada también a esa crisis, ya que su interdisciplinariedad, alianza y metodologías eran es gran mayoría apropiadas de esas ciencias.

Pero Chartier en medio de ese aparente caos se pregunta: ¿Por qué en este mismo punto las ciencias sociales parecen entrar en crisis mientras la historia cobra nuevos impulsos salvándose de la tempestad en la que se encuentran las primeras? [2] Para él, no existe tal crisis, ya que según su percepción, la historia evitó la crisis de dos formas, la primera cundo cambió el tipo de objeto de estudio y se acercó a estudiar los ritos, creencias y las formas de sociabilidad, y la segunda al retornar al estudio de las mentalidades, es decir, cambió su objeto de estudio pero no dejó de lado el uso de los principios de la historia económica y social, que le otorgaban legitimidad científica. De ahí que, un “rasgo de la historia cultural es la articulación que hace de nuevos campos de investigación con la fidelidad a los postulados de la historia social”.[3]

De acuerdo al planteamiento de Chartier, no existió tal crisis en las ciencias sociales, ya que el historiador continuó usando planteamientos del estructuralismo y el marxismo, únicamente cambiando su objeto de estudio. Entonces cabe la pregunta: ¿Qué motivó el cambio en el trabajo histórico sino fue una crisis en las ciencias sociales? La respuesta está en la “distancia” tomada de prácticas históricas como el abandono de los principios de la historia global, de la definición territorial y de la importancia dada a la división social como método indispensable para comprender las diferencias culturales. En cambio propusieron:

“penetrar la madeja de las relaciones, de las tensiones que constituyen a partir de un punto de entrada particular (un hecho, oscuro o mayor, el relato de una vida, una red de prácticas específicas) y al considerar que no hay práctica ni estructura que no sea producida por las representaciones, contradictorias y enfrentadas, por las cuales los individuos y los grupos dan sentido al mundo que les es propio”. [4]

En medio de estos desplazamientos el autor da a conocer su propuesta y sus intereses particulares: comprender cómo la apropiación de textos por los lectores en el Antiguo Régimen francés cambió las formas de sociabilidad y modificó las relaciones de poder. A partir de ello introduce al debato la historia cultural nuevos términos: apropiación, representación, sentido, diferencias sociales y prácticas culturales.

Después de ubicarnos dentro de los nuevos desplazamientos de la historia, que da como resultados la llamada historia cultura, Chartier desarrolla de manera general su propuesta de histórica: cómo los mismos textos pueden ser apropiados, interpretados, manejados y comprendidos de forma diferente por los distintos grupos de la sociedad. Lo que lleva a formular preguntas como la apropiación de texto por lector puede dar por resultado nueva formas de entender las diferencias sociales y las prácticas culturales,[5] es decir, las mentalidades se construyen por medio de la relación con el mundo social, a partir de clasificación y de desglose de las obras por los distintos grupos, que forman simbólicamente un status o diferencia.[6] Lo anterior nos lleva a entender la relación de representación, esto quiere decir, cómo las distintas representaciones son evidencia de distintas identidades sociales, que a su vez, se forman por el sentido diferente que se les da a dichas formas.

A manera de reflexión final, interpretar el mundo como representación o el mundo a través de sus representaciones, fue el cambio en la historia que implica reformular una división de la sociedad, no a partir de clases sociales predeterminadas, como se venía dando, sino a partir de las diferentes apropiaciones que de las obras circulantes hacen los diferentes grupos, en la medida que le otorgan sentidos y significados distintos, y cómo éstos se relacionan entre sí, se modifican y se construyen.

[1] Roger Chartier, El mundo como representación. Estudios sobre historia cultural, (México: Gedisa, 2005).
[2] Ibid, 45.
[3] Ibid, 47.
[4] Ibid, 49.
[5] Ibid,56.
[6]Ibid, 57.

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