Comentario por Sarai Espinoza.
"Salir".
En el capítulo “Salir” Michelle Perrot realiza un estudio acerca de las transformaciones de las que fueron objeto las mujeres durante el siglo XIX. Sobre todo hace referencia a las mujeres europeas y norteamericanas que como el titulo mismo lo dice, modificaron sus estructuras y su desarrollo como miembro activo de la sociedad; en su mayoría una sociedad determinada por la masculinidad. Es decir, la mujer dejó de tener una imagen inerte, vacía y determinada para encaminarse a otra clase de percepción inclusive de sí misma.
Perrot parte su investigación desde la ciudad, debido a que esta estructura se convierte en el primer eje de “liberación” de las mujeres. Uno de los primeros medios para desenvolver en el ámbito citadino fue la caridad. Mediante la caridad las mujeres podían visitar enfermos, cárceles, pobres, etc., situación que les permitía moverse constantemente de sitios con el fin de colaborar con el prójimo (Michelle Perrot, 156).
Las mujeres, según Perrot, no tendrían que esperar ningún beneficio a cambio de la caridad, el simple hecho de contribuir con la ciudad a través de este medio las llevaba -de alguna manera- tener beneficios personales. Gracias a la caridad las mujeres pudieron construir una imagen particular de su sociedad, modificar su percepción acerca de ellas mismas y, sobre todo vincularse más rápidamente con su entorno social. Por otro lado Perrot señala que “la filantropía deja de ser solo filantropía para convertirse en trabajo social”; siendo esta una posible primera forma de insertarse en las formas laborales de la época.
Sin embargo la filantropía no se manejaba igualitariamente en todas las esferas sociales, debido a que la experiencia que les pudiese dejar a unas u otras era completamente distinta. Por un lado a las mujeres burguesas les brindó la posibilidad de desarrollarse en otras áreas como la administrativa, financiera, de la comunicación, entre otras. Sin embargo en un mundo dominado por hombres, el ascender en esa clase de puestos era complicado, casi imposible, hecho que llevó a que se planteara la posibilidad de obtener reconocimiento académico-profesional con vistas a figurar dentro de una escala social determinada y ejecutada por el sexo opuesto(Ibíd., 160) .
Esta inserción de la mujer en sociedad se puede ver reflejada en el aspecto laboral, sobre todo con las obreras. Las obreras comienzan a constituir una fuerza de trabajo importante, inclusive con la capacidad como para generar sus propios sindicatos y efectuar huelgas. Además la misma época, de alguna forma, exige que las mujeres trabajen no solo para participar en el hogar sino también para formar sus propios espacios de pertenencia y crecimiento (Ibíd., 165).
Otro de los temas que desarrolla Perrot, se centra en la implicación del espacio: migraciones y viajes. ¿Por qué podrían ser relevantes los viajes y las migraciones en el desarrollo de las mujeres?, ¿Pudo llevar este hecho a la construcción de una “nueva” femineidad, más libre, más capaz, mas visionaria? Estas dos preguntas nos llevan a una problemática interesante, primero comprender que relevancia tiene el conocer y segundo, si esto último realmente contribuyó a la formación social, política y cultural de la mujer.
De alguna forma el que las mujeres tuvieran durante el siglo XIX la oportunidad de conocer diversas formas sociales, de interacción humana, religiosas, etc., contribuye a modificar su estructura de lo ya conocido para interactuar en eso “nuevo” que ahora le genera interés (Ibíd., 169). Por otro lado el dar por hecho que se concibe o construye una nueva mujer, es posible e “imposible” a la vez. Es posible para aquellas mujeres que tienen la capacidad de viajar y relacionarse laboral o socialmente, y resulta imposible para aquellas que viven bajo el yugo de llevar una casa, una familia y un marido. Aunque me resulta fundamental señalar que el simple hecho de relacionarte con alguien ajeno a ti, permite que concibas las imágenes, las personas e inclusive el mundo de otra forma.
Otra de las cuestiones que aborda la autora es la participación que tuvieron las mujeres en las luchas de independencia nacional y en las revoluciones. Ya no fueron solo espectadores sino que contribuyeron activamente a sus países mediante la enfermería, cocineras, unas pocas con las armas (caso de Grecia), y otras con la palabra. Este hecho de alguna manera rompe con el esquema convencional de la mujer como imagen tranquila, hogareña, etc.
Por último la palabra “Salir” en este capítulo refleja el cambio estructural que hubo en las mujeres. Salir no sería sólo dejar el hogar, viajar, trabajar, salir representaba la idea de modificar la relación hombre-mujer, pero sobre todo cambiar la relación mujer-sociedad ya no sólo como creadora de hogares sino también como ser pensante, activo e individual.
Perrot parte su investigación desde la ciudad, debido a que esta estructura se convierte en el primer eje de “liberación” de las mujeres. Uno de los primeros medios para desenvolver en el ámbito citadino fue la caridad. Mediante la caridad las mujeres podían visitar enfermos, cárceles, pobres, etc., situación que les permitía moverse constantemente de sitios con el fin de colaborar con el prójimo (Michelle Perrot, 156).
Las mujeres, según Perrot, no tendrían que esperar ningún beneficio a cambio de la caridad, el simple hecho de contribuir con la ciudad a través de este medio las llevaba -de alguna manera- tener beneficios personales. Gracias a la caridad las mujeres pudieron construir una imagen particular de su sociedad, modificar su percepción acerca de ellas mismas y, sobre todo vincularse más rápidamente con su entorno social. Por otro lado Perrot señala que “la filantropía deja de ser solo filantropía para convertirse en trabajo social”; siendo esta una posible primera forma de insertarse en las formas laborales de la época.
Sin embargo la filantropía no se manejaba igualitariamente en todas las esferas sociales, debido a que la experiencia que les pudiese dejar a unas u otras era completamente distinta. Por un lado a las mujeres burguesas les brindó la posibilidad de desarrollarse en otras áreas como la administrativa, financiera, de la comunicación, entre otras. Sin embargo en un mundo dominado por hombres, el ascender en esa clase de puestos era complicado, casi imposible, hecho que llevó a que se planteara la posibilidad de obtener reconocimiento académico-profesional con vistas a figurar dentro de una escala social determinada y ejecutada por el sexo opuesto(Ibíd., 160) .
Esta inserción de la mujer en sociedad se puede ver reflejada en el aspecto laboral, sobre todo con las obreras. Las obreras comienzan a constituir una fuerza de trabajo importante, inclusive con la capacidad como para generar sus propios sindicatos y efectuar huelgas. Además la misma época, de alguna forma, exige que las mujeres trabajen no solo para participar en el hogar sino también para formar sus propios espacios de pertenencia y crecimiento (Ibíd., 165).
Otro de los temas que desarrolla Perrot, se centra en la implicación del espacio: migraciones y viajes. ¿Por qué podrían ser relevantes los viajes y las migraciones en el desarrollo de las mujeres?, ¿Pudo llevar este hecho a la construcción de una “nueva” femineidad, más libre, más capaz, mas visionaria? Estas dos preguntas nos llevan a una problemática interesante, primero comprender que relevancia tiene el conocer y segundo, si esto último realmente contribuyó a la formación social, política y cultural de la mujer.
De alguna forma el que las mujeres tuvieran durante el siglo XIX la oportunidad de conocer diversas formas sociales, de interacción humana, religiosas, etc., contribuye a modificar su estructura de lo ya conocido para interactuar en eso “nuevo” que ahora le genera interés (Ibíd., 169). Por otro lado el dar por hecho que se concibe o construye una nueva mujer, es posible e “imposible” a la vez. Es posible para aquellas mujeres que tienen la capacidad de viajar y relacionarse laboral o socialmente, y resulta imposible para aquellas que viven bajo el yugo de llevar una casa, una familia y un marido. Aunque me resulta fundamental señalar que el simple hecho de relacionarte con alguien ajeno a ti, permite que concibas las imágenes, las personas e inclusive el mundo de otra forma.
Otra de las cuestiones que aborda la autora es la participación que tuvieron las mujeres en las luchas de independencia nacional y en las revoluciones. Ya no fueron solo espectadores sino que contribuyeron activamente a sus países mediante la enfermería, cocineras, unas pocas con las armas (caso de Grecia), y otras con la palabra. Este hecho de alguna manera rompe con el esquema convencional de la mujer como imagen tranquila, hogareña, etc.
Por último la palabra “Salir” en este capítulo refleja el cambio estructural que hubo en las mujeres. Salir no sería sólo dejar el hogar, viajar, trabajar, salir representaba la idea de modificar la relación hombre-mujer, pero sobre todo cambiar la relación mujer-sociedad ya no sólo como creadora de hogares sino también como ser pensante, activo e individual.
No hay comentarios:
Publicar un comentario