29 de mayo de 2009

El CINE COMO NUEVA FUENTE PARA LOS HISTORIADORES

Por: Alberto Díaz Ramírez[1]
Es innegable que la manera de hacer historia actualmente dista mucho de la forma propuesta y convencionalizada por los historiadores franceses, Langlois y Seignobos, a inicios del siglo XX, en su libro Introducción a los estudios históricos. No obstante, al pasar los años el historiador se ha visto inmerso en su propia historicidad. La ideología del historiador ha cambiado, los paradigmas y metodologías, así como las fuentes también lo han hecho. Ya no es el documento per se, el hecho en sí, ha existido una ruptura sustancial en la concepción del realismo metafísico. Ahora el historiador después de todos los procesos que le ha tocado experimentar dentro de su disciplina, la historia, ha tratado encontrar nuevas fuentes, la historia oral y la fotografía ya forman parte de las fuentes para ser historia, más por qué no el cine.
Ferro[2], nos expone que el cine ha sido relegado por el historiador, quizás porque resulta inteligible, complejo y de interpretación incierta, he aquí su crítica. Nos propone que este instrumento creado por el hombre nos permite hacer un contraanálisis de la sociedad, identificar elementos como ideologías, discursos, prácticas y costumbres propios de una época. Además de que cuenta con una intencionalidad e interpretación de cierta sociedad.
Si bien es cierto, la interpretación que se puede hacer sobre el cine es muy ambigua y significa un reto aplicarle un método. Por tanto como posible fuente para el historiador debe pasar, pues, por tal rigurosidad. El análisis de ciertos films no implica, como lo afirma Marc Ferro, la totalidad de la obra, puede apoyarse en extractos, así como integrarlos a su contexto y hacerle las preguntas similares que a las del documento, quien lo produjo, con qué intención, etc. Hay que aplicar estos métodos a cada sustancia del filme (imágenes, imágenes sonoras, imágenes insonorizadas)[3].
Es además indudable que ninguna fuente es confiable, he ahí la labor del historiador al aplicarle la metodología y las técnicas necesarias para poder sacarle el mayor provecho para la construcción del discurso narrativo.
Anterior a este texto, mi concepción hacia el cine parecía muy pueril, pues englobar al cine en su totalidad es muy general. Mas es también licito argumentar que el historiador es quien escoge y selecciona sus fuentes y aquí es donde le brinda la importancia y valor como fuente, por si misma no lo es, es decir, hasta que se haga de ella una interpretación. Por tanto, el determinarla como fuente dependerá de cada historiador y de acuerdo a su objeto de estudio, sin embargo como propuesta es muy tentadora e interesante. Aunque mi postura se muestra en este instante al menos compleja y confusa a la vez.
[1] Seminario de Historia Cultural 07/05/2009.
[2] A Ferro, Marc.”El cine ¿un contraanálisis de la sociedad?“. Hacer la historia Vol. III Nuevos Temas. Barcelona: Laia, 1978, pp.241-260.
[3] A Ferro, Marc. op. cit. p.247.

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