29 de mayo de 2009

EL SUEÑO DE LAS UTOPIAS Y EL PARAISO TERRENAL

Por: Alberto Díaz Ramírez[1]
El hombre siempre ha buscado en este plano terrenal, el paraíso perdido, en donde se encuentran las riquezas, abundancias, frutos de todos tipos, árboles, ríos caudalosos, animales de todas las especies, paz, amistad, fraternidad y por ende, la felicidad. Si bien, un sueño que a más de uno en el siglo XVI, significó el móvil de su vida y razón de existir.
Debido a las guerras, hambrunas, inestabilidad económica y política, aunado a las revueltas religiosas, la sociedad se halló en un gran vacío y tristeza, observaban el pasado con melancolía y nostalgia, aludiendo a la época clásica, bucólica y pastoril, edad de oro y abundancia, se retorno a la mitología pagana por un lado y por el otro al afianzamiento del paraíso terrenal, oasis de felicidad y libre de maldad, el cual podía estar en alguna parte del mundo, tal vez en una isla o allende de los mares. Este paraíso terrenal tenía como característica, ser un jardín inmenso el cual albergaba todo tipo de frutas, árboles, plantas, flores y animales.
Tanto en el mundo occidental cristiano como en el medio oriente musulmán, había algo en común, la existencia de este gran jardín, creado por Dios o Allah, según sea el credo. La bibliografía recogida por Jean Delumeau habla en torno a este tópico muy trabajado desde la Baja Edad Media hasta el Renacimiento, bastantes fueron los autores que escribieron y describieron como era o podía ser este paraíso terrenal; jardín de Jauja[2]. Podría ser una isla amurallada custodiada por un querubín o un jardín abierto; un hortus conclusus. En donde además se hallaba el elixir de la vida y de la eterna juventud, fuente de agua que recobraba la salud del enfermo y brindaba la inmortalidad.
Era muy variada la forma de este hortus conclusus, el cual la confinaba a ser una utopía, una quimera. De ahí, pues en adelante Tomas Moro, haría mención a ella y hablaría de Utopo, señor de Utopía, isla donde había abundancia de frutos, plantas y flores, en la que los hombres y mujeres se ayudaban a sí mismos y vestían todos de igual forma, además de la existencia de un rio caudaloso que descendía por unas montañas llamado anhidro. No obstante, tal lugar no se hallaba en ninguna parte, este jardín de las delicias, había desaparecido, n´existe plus. Nunca existió, quizás se encontraban en un plano no terrenal, por eso los hombres no podían acceder y miraban con tanta nostalgia este paraíso bíblico perdido.
[1] Seminario de Historia Cultural 07/05/2009.
[2] Delumeau, Jean.”Nostalgia”, en Historia del Paraíso, 1. El jardín de las delicias. México: Taurus, 2003, pp.217-253.

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