Por: Alberto Díaz Ramírez[1]
En este capítulo Tzvetan Todorov[2] nos presenta un esquema donde plasma cuál fue la percepción que tuvo Cristóbal Colón, hombre medieval y al mismo tiempo moderno, al descubrir el “Nuevo Mundo” o lo que a la postre sería conocido como América. Así, como su encuentro con los naturales de estas tierras, a los cuales nominó, debido a sus referentes y creencias, indios. Creyendo que había llegado por occidente a la India y a los dominios del Gran Kan, emperador de la China, en la búsqueda de oro, piedras preciosas y especias.
El autor inicia hablándonos un poco de la vida de este singular personaje, Cristóbal Colón, hombre al que se le han adjudicado distintas nacionalidades, sin llegar hasta la fecha a esclarecer realmente de donde provenía. Así, como si era judío o sefardí, aunque este tópico no lo aborda Todorov. Colón, fue un hombre medieval, su móvil era la fe y la religión cristiana, no la riqueza o codicia, es decir, los bienes materiales, prefería para sí el burdo hábito del monje.[3] El primer apartado nos habla sobre las peripecias que le acontecieron a este almirante al servicio de la Corona de Aragón y Castilla, durante su largo periplo, hasta por fin tocar tierra el 13 de octubre de 1492.
Posteriormente aborda la temática referente a la otredad o alteridad, cuando tiene por primera vez el contacto con los indios, a los cuales prejuzga de acuerdo a sus ideas, pre-concepciones y valores, parte de sí mismo para interpretar lo que ve y entiende, si tener el pleno conocimiento si el otro está de acuerdo de las acciones que está utilizando, esto es, apropiándose de sus tierras y renombrándolas bajo nombres castellanos. Emplea sus propios juicios para determinar qué es lo bueno o malo y comienza a explicar lo que se halla ante sus ojos, partiendo de concepciones primeramente naturalistas, divinas y humanas. Le sorprende encontrarlos desnudos y ver en ellos, al principio, pasividad y temor. No obstante, admira la belleza de esta gente y de sus tierras. Olvida por completo, el idioma de los indios, no los considera como sujetos, a pesar de la admiración que les tiene, los reduce a objetos y no a personas como él, es decir, los ve con inferioridad, debido a su condición, sin vestido, desnudos, sin zapatos, sin la fe cristiana, idolatras y con ingenuidad del valor del oro, el cual para Colón, es el medio intercambiable en Europa.
Sin embargo, después de emprender ciertas acciones, observa que los indios no son del todo pacíficos, sino todo lo contrario, se vuelven belicosos y sumamente agresivos. Así, ante tal situación aplica castigos a la usanza europea y a remete de forma despiadada contra estas personas, quemándolos vivos o cercenándoles algunos miembros de su cuerpo. Posteriormente utilizará el método de la esclavitud para someterlos y los repartirá entre su tripulación y huestes. Reduciendo a estos nativos que anteriormente eran libres a esclavos y seres inferiores de poca razón, similar a la de un animal, según la creencia de la época, es decir, la visión de otro sobre el otro. En otras palabras el yo europeo ante el otro, indio, conquistador y conquistado, superior e inferior.
De esta manera, Todorov concluye este capítulo, bridándonos un panorama, basado en las cartas y diarios tanto de Colón, como de otros navegantes que le acompañaban, de lo que pudo haber sido para Colón el choque cultural y su percepción ante el otro y su interpretación de acuerdo a sus valores e ideas medievales.
[1] Seminario de Historia Cultural 07/05/2009.
[2] Todorov, Tzvetan.”Descubrir“. en La conquista de América. El problema del otro. México: Siglo XXI, 2001, pp.13-59.
[3] Todorov, Tzvetan. op. cit. p.19.
En este capítulo Tzvetan Todorov[2] nos presenta un esquema donde plasma cuál fue la percepción que tuvo Cristóbal Colón, hombre medieval y al mismo tiempo moderno, al descubrir el “Nuevo Mundo” o lo que a la postre sería conocido como América. Así, como su encuentro con los naturales de estas tierras, a los cuales nominó, debido a sus referentes y creencias, indios. Creyendo que había llegado por occidente a la India y a los dominios del Gran Kan, emperador de la China, en la búsqueda de oro, piedras preciosas y especias.
El autor inicia hablándonos un poco de la vida de este singular personaje, Cristóbal Colón, hombre al que se le han adjudicado distintas nacionalidades, sin llegar hasta la fecha a esclarecer realmente de donde provenía. Así, como si era judío o sefardí, aunque este tópico no lo aborda Todorov. Colón, fue un hombre medieval, su móvil era la fe y la religión cristiana, no la riqueza o codicia, es decir, los bienes materiales, prefería para sí el burdo hábito del monje.[3] El primer apartado nos habla sobre las peripecias que le acontecieron a este almirante al servicio de la Corona de Aragón y Castilla, durante su largo periplo, hasta por fin tocar tierra el 13 de octubre de 1492.
Posteriormente aborda la temática referente a la otredad o alteridad, cuando tiene por primera vez el contacto con los indios, a los cuales prejuzga de acuerdo a sus ideas, pre-concepciones y valores, parte de sí mismo para interpretar lo que ve y entiende, si tener el pleno conocimiento si el otro está de acuerdo de las acciones que está utilizando, esto es, apropiándose de sus tierras y renombrándolas bajo nombres castellanos. Emplea sus propios juicios para determinar qué es lo bueno o malo y comienza a explicar lo que se halla ante sus ojos, partiendo de concepciones primeramente naturalistas, divinas y humanas. Le sorprende encontrarlos desnudos y ver en ellos, al principio, pasividad y temor. No obstante, admira la belleza de esta gente y de sus tierras. Olvida por completo, el idioma de los indios, no los considera como sujetos, a pesar de la admiración que les tiene, los reduce a objetos y no a personas como él, es decir, los ve con inferioridad, debido a su condición, sin vestido, desnudos, sin zapatos, sin la fe cristiana, idolatras y con ingenuidad del valor del oro, el cual para Colón, es el medio intercambiable en Europa.
Sin embargo, después de emprender ciertas acciones, observa que los indios no son del todo pacíficos, sino todo lo contrario, se vuelven belicosos y sumamente agresivos. Así, ante tal situación aplica castigos a la usanza europea y a remete de forma despiadada contra estas personas, quemándolos vivos o cercenándoles algunos miembros de su cuerpo. Posteriormente utilizará el método de la esclavitud para someterlos y los repartirá entre su tripulación y huestes. Reduciendo a estos nativos que anteriormente eran libres a esclavos y seres inferiores de poca razón, similar a la de un animal, según la creencia de la época, es decir, la visión de otro sobre el otro. En otras palabras el yo europeo ante el otro, indio, conquistador y conquistado, superior e inferior.
De esta manera, Todorov concluye este capítulo, bridándonos un panorama, basado en las cartas y diarios tanto de Colón, como de otros navegantes que le acompañaban, de lo que pudo haber sido para Colón el choque cultural y su percepción ante el otro y su interpretación de acuerdo a sus valores e ideas medievales.
[1] Seminario de Historia Cultural 07/05/2009.
[2] Todorov, Tzvetan.”Descubrir“. en La conquista de América. El problema del otro. México: Siglo XXI, 2001, pp.13-59.
[3] Todorov, Tzvetan. op. cit. p.19.
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