31 de mayo de 2009

Leyendo en voz alta

Por Álvaro Alejandro Evangelista Sepúlveda [1]

La cotidianidad, la televisión, las computadoras (Internet), los juegos de video y toda una serie de formas de ocupar el tiempo, no nos permiten observar y analizar las actividades y prácticas de convivencia con las cuales las personas antes pasaban su tiempo libre y se relacionaban con otros individuos. Esta idea está presente en el texto “Ocio y sociabilidad: la lectura en voz alta en la Europa moderna”, de Roger Chartier. A continuación se desarrollarán sus principales ideas.[2]
La lectura en voz alta permitía a las personas desarrollar sus capacidades oratorias, convivir con otros seres humanos y facilitar el intercambio de ideas, opiniones, puntos de vista, sobre cierto texto. Las personas a quienes los lectores leían los libros iban desde los amigos, los familiares (padres, esposos, hijos, hermanos, tíos), empleados, compañeros de armas, de viaje, vecinos y hasta desconocidos. Estas lecturas servían a los individuos para reforzar sus relaciones y forjar nuevos vínculos con distintas personas, lo que llegado el momento podría servirse para obtener beneficios y favores.
Dos variantes de la lectura en voz alta son la recitación de textos memorizados y la narración de cuentos que han pasado de generación en generación (tradición oral). La primera hace referencia a las narraciones que las personas aprenda de memoria y tiempo después son capaces de contar a otros individuos. En tanto que la segunda habla sobre los cuentos que las personas de igual forma memorizan, aunque en este sentido escuchándolos y al narrarlos pretenden divertir y que éstos no se pierdan.
Observar cómo las formas de pasar el tiempo han evolucionado con nosotros los humanos es fascinante, aunque no sé si hemos encontrado otras maneras más sofisticadas de llenar ese vacío. Mas lo cierto es que hemos dejado algunas actividades en el olvido, que sería muy provechoso retomar, adaptar a nuestras condiciones y necesidades, sin dejar de lado las prácticas que ya tenemos por costumbre realizar, sería, dicho de algún modo, complementar y enriquecer nuestro modo de vida.
[1] Grupo 362, Seminario de historia cultural, martes 23 de marzo de 2009.
[2] Chartier, Roger. “6. Ocio y sociabilidad: la lectura en voz alta en la Europa moderna” en El mundo como representación. Estudios sobre historia cultural (Barcelona: Editorial Gedisa, 2005), 121-136.

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