Por: Adriana García Zapata[1]
En el capítulo “Disciplina e invención: La fiesta” Roger Chartier nos muestra el análisis de la función que tiene la fiesta en el Antiguo Régimen. Estudia las relaciones entre la llamada cultura popular y las culturas dominantes y el papel de la fiesta como manifestación dentro de éstas, “gran reveladora de los compartimentaciones, tensiones representaciones que atraviesan una sociedad”[2]
Durante la edad moderna la fiesta se reinterpretó y reconstruyó principalmente por dos grupos: el eclesiástico y el político. Las funciones que la fiesta representaba dentro de la sociedad respondían a las necesidades del grupo que la tomara, el autor llama a estas funciones: arma pastoral e institución cívica. La primera se refiere al esfuerzo religioso por dominarla y mantener el control clerical, utilizaron la estrategia primero de selección mediante lo moralmente aceptable como fiesta. La segunda se refiere al proyecto político de orden por parte de las élites en el poder, consistía en utilizarla como un instrumento de pedagogía, aplicándole normas y pasando de la fiesta espontanea a la oficial. La función de la fiesta para ambos reconstructores se resumió a los nuevos sistemas de valores en cuanto a la familia, patria y humanidad. Ahora la celebración eran elementos lúdicos y no múltiples significaciones
¿Por qué utilizaron la fiesta? Por que representaba la unión de las comunidades, lo colectivamente deseado y era una amenaza para la manutención del orden por cualquiera de los dos grupos.
La fiesta revela la estructura constituyente, la mentalidad y funcionamiento de la sociedad en la edad moderna, mientras que permite observar las reconstrucciones que se hacen de ella, resulta entonces una paradoja que mientras que las fuerzas eclesiásticas y civiles intervinieron para lo que Chartier llama mutilación, le aportaron lo “popular” a al fiesta y contribuyeron a la significación actual.
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