1 de junio de 2009

DESDE ABAJO ¿O HACIA ARRIBA?

José Antonio Altamirano

 

El ser humano posee, entre muchas otras, las capacidades de asombro y aprendizaje. Con ellas ha ido forjando su progreso a lo largo de los años y así ha podido explicarse, o al menos intentar hacerlo, el mundo y sus circunstancias. En esta inteligencia, en las diferentes etapas históricas por las cuales ha pasado la humanidad, han surgido hombres y mujeres quienes en su momento han destacado sobre la media de sus contemporáneos. Las razones por las cuales destacan, independientemente del campo del cual se trate, suelen ser diversas y, por lo tanto, difíciles de precisar; sin embargo, hay una que si puede ser considerada como común y es el deseo de superación, de cuestionar lo establecido. Como resultado de este deseo la humanidad ha visto surgir a algunas de las mentes mas preclaras que ha conocido, aunque en su momento no hallan sido reconocidas como tales.

Sirva la anterior reflexión para dimensionar el hallazgo intelectual que representa el trabajo emblemático de la microhistoria italiana “El queso y los gusanos” de Carlo Ginzburg. Construir (o reconstruir) la historia a partir de los personajes comunes y ordinarios se constituyó en una apuesta innovadora. El caso de Menochio –el molinero-lector con una visión diferente del cosmos- emerge en la navegación histórica como muestra de una forma distinta de interpretar el pasado. Ubicar a un personaje con actitudes y acciones disímbolas a las de su época requiere, sin lugar a dudas, de un arduo trabajo metodológico y su consecuencia ecdótica, es en este sentido en el cual toma relevancia el trabajo de Ginzburg. En él encontramos la aparición (o reaparición) del sujeto como objeto de la historia; se proyecta al hombre –sí, en específico al hombre- como actor indispensable generador de los cambios sociales o, al menos, como receptores directos de los efectos de ellos. Es mostrar que la conformación de los procesos históricos son resultado no solo de la interacción entre los grupos cupulares, sino de la relación vertical presente en todas las etapas históricas. La historia se escribe sobre la pizarra del conocimiento desde abajo, desde donde la perspectiva tiene un panorama mas amplio que cuando se ve desde arriba.

El molinero de Montereale aparece, entonces como un prototipo del ciudadano ordinario capaz de desafiar el entorno epistémico que le rodea.  El afán de descubrir de Menochio le lleva a cuestionar el tema que era incuestionable, a poner en duda lo que debería ser indudable: los dogmas dictados por la jerarquía eclesiástica. Porque no se trata para él de renegar de la fe, de su convicción espiritual sino de las imposiciones dictadas en forma de dogma; de aquella hermenéutica alevosamente enajenante que aún pervivía en el ánimo colectivo. El poner en tela de juicio lo que ha sido aceptado como verdad inamovible siempre será visto como factor de desequilibrio colectivo; ello conducirá al surgimiento de cruce de expresiones en pro o en contra del actor social generador. Los cambios siempre generan discusiones y tratándose de temas religiosos, en las postrimerías del Antiguo Régimen, aún mas, por ello Menochio es juzgado de manera minuciosa y prejuiciosa. Es interesante observar que sus opiniones “las cuales había sacado de su propia mente” estaban claramente imbuidas por las ideas reformistas tan en boga en la Europa de entonces. Por ello, la supuesta relación que le atribuían con los  grupos con ideas anabaptistas y/o luteranas era uno de los principales argumentos de sus detractores.

El caso de Menochio es un ejemplo mas de la importancia que cobran los textos en el ánimo de los lectores. Nos encontramos ante un molinero que sabía leer y que, además, leía mucho y llevaba esa lectura de la dimensión hermenéutica a la de la praxis. En mi opinión mas que hablar  de un hereje (cargo por el cual sería, finalmente, sentenciado) debemos hablar de un pensador avanzado para su época. De un lector y practicante de los principios bíblicos que llegó a creer, algo inusual en su tiempo, en el sacerdocio de todo creyente. Este principio extraído de la Biblia autoriza que todo aquel que lo desee puede creer y practicar los preceptos doctrinales sin intermediarios. Estos “crímenes” del lector de las colinas del Friuli fueron presentándose cada vez con mayor continuidad, señal inequívoca de los tiempos de cambio. La historia desde abajo no es lo mismo que la historia entre los de abajo; la primer perspectiva encierra la viabilidad de la proyección hacia horizontes mas amplios, es historia hacia arriba donde el flujo entre las distintas visiones traerá como resultado una interpretación bilateral (o multilateral) del cosmos. 

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