22 de junio de 2009

La fiesta


Por César Alexis Marcial Campos

La fiesta permite a la historia observar un “mundo desaparecido”, revivir un acontecimiento, le permite aprehender estructuras sociales, culturales, etc. La fiesta revela las tensiones y representaciones en las que se encuentra inmersa la sociedad.[1]
Roger Chartier menciona que por medio de la fiesta es posible captar reglas que permiten un funcionamiento social y donde existe un “nudo” en las relaciones que se generan entre la cultura popular y la cultura dominante. Aunque la fiesta no es el único fenómeno que permite ver este tipo de cuestiones, sigue siendo muy interesante. Puesto que sitúa dos dinámicas culturales. En primer lugar, la expresión cultural tradicional que supone una mayoría que la forma; en segundo lugar, la “voluntad disciplinante” como un instrumento educador de una cultura dominante. Es decir, Chartier menciona que existe una visión de la “cultura dominadora” sobre la “cultura popular” donde ésta es concebida como un obstáculo para la afirmación hegemónica de la cultura dominante, tanto religiosa como política.
Partiendo de que las lógicas culturales se enfrentan en la fiesta y se hace evidente al observar las resistencias mutuas, la popular al sometimiento del dominante y la dominante tratando disciplinar. En este caso, es evidente de cómo la religión es un ejemplo de lo anterior: la fiesta para la cultura folclórica representa la integración de los jóvenes en la sociedad. Mientras que para la institución eclesiástica representa la celebración del Espíritu Santo, representa un momento en el que comportamiento debe ordenarse para homenajear a Dios.
Las fiestas eran organizadas por las cofradías que era lo tradicional, comenzó a ser sustituido por el financiamiento público. Así, se comienza a controlar y apropiar del financiamiento para tales fiestas con la finalidad de expresar una ideología citadina y laica. En otras palabras, la fiesta urbana se empieza a convertir en un instrumento de índole político que permite la “afirmación de la ciudad ante el príncipe, la nobleza…”.
A final de cuentas, la fiesta se encuentra censurada por la autoridad eclesiástica y transformada por la autoridad política. Lo cual trajo que la iniciativa popular se perdiera y se ha “uniformizado”. Finalmente el autor concluye en que la fiesta se ha instituido que ordena, separa, distingue, clasifica. Perdiendo con ello la conciencia de unidad que caracterizaba a la fiesta.
[1]Chartier, Roger., “Palabras, Gestos, Textos. Disciplina e Invención: La fiesta” en sociedad y escritura en la edad moderna. La cultura como apropiación, México: Instituto Mora, 1987.

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