4 de junio de 2009

Tan sólo si pudieras ver lo que yo he visto con tus ojos

Por Fernando Escobedo[1]

Aunque la película no muestra el uso de la tecnología para controlar las emociones del ser humano, cosa que si sucede en la novela, se rescata la necesidad de diferenciar a los androides de las personas por medio de la capacidad que ambos tienen para enfrentarse a diferentes estados de ánimo conforme al uso de la memoria, un motivo conductor que el autor da entender a través de esta representación futurística del escenario de la humanidad en el año 2019.
La historia se desarrolla a partir del uso de un aparato conocido como Voigt-Kampft por medio del cual es posible medir la capacidad de reacción ante un momento placente-ro, doloroso o aterrorizante del pasado. Es un intento por parte del autor de explicarnos, entre líneas, la naturaleza esencialmente histórica del ser humano, la cual representaría la barrera más importante entre androides y seres con pasado, entre máquinas e individuos. Pero, ante la más grande diferencia, mientras uno se demuestra desechable, el otro, al permitir que sean manipulados sus estados de ánimo por medio de la tecnología, se convierte en el primero sin saberlo, en ese mismo ser desechable, con lo que aquella gran diferencia desaparece, se ofrece reprimida por la tecnología que ha creado el ser humano, inhibiéndose el flujo de nuevas perspectivas de identidad.
Durante una de las escenas de la película el líder del grupo de androides rebeldes le dice al ingeniero genético que construyó sus ojos: “Tan sólo si pudieras ver lo que yo he visto con tus ojos”, dejándonos claro el mensaje de cómo el que produce la tecnología, en el sentido amplio de la palabra, es el que impone los fundamentos de la realidad a la mayoría y cómo a través de esa realidad impuesta emergen los conflictos entre historicidad y experiencia, que inevitablemente desembocan en revolución o neurosis.
La separación entre un ser con pasado vivido y otro con recuerdos que nunca vivió, que nunca le fue posible experimentar, construye el escenario perfecto para una discusión entre la legitimidad de una experiencia y el recibir dicha experiencia sublimada a través de un discurso prefabricado. Por lo tanto, Blade Runner nos permite enteder que la historia es lo que nos ofrece esa legitimidad como grupo, como especie, como individuos, desembocando en una fuerte crítica a la sociedad, en nombre de la cual se extirpa de su propia historicidad al sujeto y su rol como creador de su propio destino.

[1] Blade Runner, dirigida por Riddley Scot, basada en la novela ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? de 1969 de Philip K. Dick. Seminario de Historia Cultural, 2 de abril del 2009.

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